BART ALLEN (FLASH)
En el siglo XXX y fruto de las carambolas temporales de Barry Allen e Iris West previas a las Crisis Infinitas originales se estableció un linaje de velocistas directamente relacionado con Barry. Uno de sus hijos, Don -conocido en la época como uno de los Gemelo Tornado- tuvo a su vez un hijo, Bartholomew Bart Allen. Al padecer de metabolismo hiperacelereado Bart tuvo que ser contenido en una máquina de realidad virtual que desarrollara para él un mundo que marchara a su misma velocidad, por decirlo de alguna forma. La solución se demostró ineficaz y su abuela Iris viajó con el muchacho en el tiempo para buscar la ayuda del Flash del siglo XX, Wally West. La relación con Impulso, el modo en que se controlan sus poderes, el pupilaje ejercido por Max Mercury -el velocista Zen que establecería los principios de la Speed Force- sobre el muchacho al carecer este de todo sentido de peligro o de control sobre la realidad son todas ellas aventuras deliciosas que se desarrollan entre los números 90 y 110 de la serie de Flash y que derivarían en el spin-off Impulse, en el que Bart Allen viviría sus propias aventuras guiado por Max y más tarde por Jay Garrick.
Pero la evolución de Bart daría un paso decisivo cuando se unió al equipo de Justicia Joven, grupo de jóvenes héroes en cuyo núcleo duro encontraríamos a Impulso, Superboy, Robin, Wonder Girl y Arrowette, aunque a lo largo de los 55 números que duró la serie otros héroes adolescentes del UDC formaron del grupo (Empress, Beast Boy, Flamebird, Li'l Lobo, Snaperr Carr). Para contener tanto entusiasmo juvenil y guiar en cierta medida la potencia desbocada de los muchachos estaba el androide Tornado Rojo, que ejercía las veces de mentor y confidente de los muchachos. La importancia de esta serie, que no pretendía otra cosa más que ofrecer historias llenas de diversión, acción y aventura y en la que no faltaron momentos dramáticos fue la de establecer las bases de una sólida amistad entre los muchachos. Sin la amistad entre Bart, Tim, Conner y Cassie hay decenas de historias de los últimos quince años que no pueden entenderse plenamente. Hay que destacar que el equipo de creadores tras Young Justice es un ejemplo de fidelidad a un título, ya que el dibujante Todd Nauck fue el dibujante regular tanto de las series limitadas que dieron origen a la cabecera (YJ: The Secret, JLA: World Without grown ups), escritas por Todd DeZago, como de la serie regular guionizada por Peter David con su habitual estilo a medio camino entre la comedia de situación, le épica superheroica y el melodrama. Si esto no pide a gritos una edición en el formato Clásicos DC ustedes dirán.
El siguiente paso en la evolución de Bart Allen tuvo lugar en las páginas del remozado equipo Teen Titans, surgido de las cenizas de los Titanes y de Young Justice. Ambos grupos fueron disueltos tras los dramáticos acontecimientos vistos en el especial Graduation Day, pero con el tiempo se hizo evidente para Cyborg que la muchachada necesitaba seguir entrenando para desarrollar el control de su potencial y para adquirir el conocimiento táctico que les permitiera sobrevivir a un mundo cada vez más peligroso. Contando con la supervisión de Starfire y Cyborg y con la presencia de Beast Boy a medio camino entre los chavales y los adultos, a la Torre de los Titanes llegaron Robin, Superboy, Wonder Girl... y un Bart Allen que había decidido dar un paso más en la asunción de su herencia como miembro de la familia de velocistas más destacados del UDC asumiendo el manto de Kid Flash. Sin apenas tiempo de aterrizar en el grupo los eventos dramáticos se fueron sucediendo a un ritmo aterrador: Terminator voló la rótula de Kid Flash, Conner descubrió que era un clon de Lex Luthor, la visita a un posible futuro les llevó a enfrentarse con unas terribles contrapartidas de ellos mismos, y así hasta a llegar a los eventos de Crisis Infinita, tras lo que nada sería igual para el grupo. Los artífices de una de las series más divertidas y mejor realizadas en su momento fueron el guionista Geoff Johns y el dibujante Mike McKone, que sería el dibujante regular de la serie durante sus dos primeros años. Dibujantes como Rob Liefeld, Chris Batista, Ale Garza, Tony Daniel o Eddy Barrows han aportado su granito de arena artístico para convertir esta serie en uno de los pilares fundamentales del UDC actual.
Tras lo ocurrido en la Crisis Infinita, Bart Allen reaparece aparentando una veintena de años y sufriendo amnesias tras la lucha a vida o muerte dentro de la Fuerza de la Velocidad con Superboy Primo. Las visiones experimentadas en su interior y la pérdida de Wally han contribuido a crear un trauma en el joven que niega a todos ser el único velocista en contacto con la Fuerza. En realidad Bart Allen sí mantiene la fuente de sus poderes pero su empleo es muy difícil y de consecuencias impredecibles para él y para su entorno. Emancipado de sus tutores hasta ese momento, los Garrick, Bart trabaja en una fábrica de automóviles de Keystone City como operario y convive con Griffin Greyy, un simpático calavera algo bocazas y fantasmón al que Allen aprecia lo suficiente como para arriesgarse a usar sus poderes públicamente e intentar salvar, sin conseguirlo, a Griffin durante una explosión ocurrida en la fábrica.
Los problemas de Bart con la Fuerza de la Velocidad le llevarán a los laboratorios S.T.A.R, donde le proporcionarán un nuevo uniforme que absorba la fricción y evite que su cuerpo sufra daño alguno para que de esa manera, una vez más, Flash pueda ser el hombre vivo más rápido sobre la faz de la Tierra. Además, allí conocerá a la doctora Valerie Perez, con la que hará buenas migas y mantendrá una relación cada vez más estrecha en lo personal y en lo profesional, pues Valerie estudiará los cambios que han provocado la nueva situación de Allen. Pero la vida de Bart dista mucho tranquilizarse cuando su compañero Griffin, que ha sobrevivido a la explosión muestra una serie de poderes cuyo empleo le provoca un envejecimiento acelerado pero cuyo uso no quiere parar ante el placer ególatra que le proporciona. Los antaño amigos entablarán una lucha fratricida de impredecibles consecuencias.
Apenas recuperado de las heridas físicas y emocionales de su enfrentamiento con Griffin Bart sufre un nuevo golpe, el abandono de Valerie. En realidad esta ha sido secuestrada por Inercia, el clon de Bart venido del futuro, que intanta acceder a la Fuerza de la Velocidad mediante un cañón de fotones al que encadenará a la propia Valerie. El esfuerzo sobrehumano de Bart por frustrar los planes de Inercia y salvar la vida de su amada le hacen triunfar allí donde su abuelo fallara -detener una partícula a velocidades más allá de la luz sin morir en el intento- y asumir definitivamente su paso a la madurez. Bart y Valerie deciden empezar una vida juntos en Los Angeles, a la vez que el joven estudiará ciencias forenses como su abuelo. La serenidad ganada por Allen y demostrada por su alter ego Flash impulsan a la Liga de la Justicia a ofrecerle una membresía en el grupo, y el mismísimo Batman, que bautizara a Allen como Impulso más como una advertencia sobre su carácter que como una definición de sus poderes, da su bendición. Bart Allen se ha convertido en el único Flash por derecho propio.
Pero Inercia no ceja en su empeño de aguar la fiesta y manipula a los Villanos de Flash para orquestar un plan maestro que acabe con la vida de su odiada némesis. Dirigiendo un grupo formado por Ola de Calor, Amo de los Espejos, Capitán Frío, Abra Kadabra, el Flautista, el Bromista y el Mago del Tiempo, Inercia desarrolla una máquina con la que detener el tiempo y anular en su area de efecto el efecto de la Fuerza de la Velocidad. Desoyendo la desesperada súplica de su abuela Iris, que intenta detener al muchacho a toda costa pues sabe el fatal desenlace de la situación, Flash se enfrenta a Inercia y a los villanos, pero la aparición del Flash Negro, una presencia fantasmal que vaticina la muerte de un velocista, sólo puede significar lo peor. Sin poderes, drenados por Inercia, y superado en número, Bart Allen afronta su destino final como los Allen han hecho siempre, sin titubear ni dar un paso atrás.
Vive como Flash, muere como Flash
El caso de The Flash: The fastest man alive (2006-2007) es el ejemplo perfecto de cómo las injerencias editoriales y las malas ventas de un tebeo pueden influir sobre la vida y la muerte de un personaje de ficción. Dentro de los eventos del Año después se pensó que podía ser una buena forma de captar nuevos lectores el jubilar a Wally West, casado y padre de dos hijos, cerrando una colección iniciada en 1987 y que alcanzó hasta su número 230 ofreciendo historias de muy alto nivel, e intentado captar nuevos lectores con un lavado de cara de la franquicia. Nuevos personajes secundarios, cambio de situación del protagonista y un rumbo que emparentaba la colección con Smallville en más de un sentido, empezando por la edad del protagonista y siguiendo por el repetitivo esquema de la serie en sus primeros números: problema personal, presentación del villano de turno, resolución de ambos conflictos, vuelta a empezar. El hecho de que los guionistas de los primeros 8 números de la colección provinieran del medio televisivo quizá no les hizo la elección ideonea para una tarea tan difícil como contentar a los viejos seguidores del personaje con un cambio a todas luces radical y a la vez captar nuevos lectores a marchas forzadas. Danny Bilson y Paul Demeo, que ya habían trabajado juntos en la serie televisiva de Flash, no tuvieron demasiado tiempo para lograrlo, y ante el aluvión de críticas recibidas en la editorial se tomó una decisión ejecutiva en los dos sentidos (los mandamases ordenaron ejecutar al personaje). Para ello el elegido fue Marc Guggenheim, nuevamente procedente del mundo de la televisión aunque sus trabajos previos ofrecen un poco más de solvencia (El abogado, CSI: Miami oLey y orden cuentan con guiones escritos por Marc). Según declaraciones propias, su arco argumental de cinco números debía finalizar con la muerte de Bart Allen, con lo que tampoco podía hacer más que intentar cerrar todas las líneas argumentales abiertas y dar un poco de coherencia al conjunto empleando elementos de la mitología del personaje como los Villanos, Iris Allen o el Flash Negro. Nos encontramos con una chapuza editorial de proporciones inmensas, pues todo se hizo sobre la marcha. Tanto es así que la serie tenía anunciado hasta su número 15 en el Previews, siendo sustituidos el 14 por el All Flash 1 y el 15 por el 231 de Flash, retomando la numeración previa al año después y devolviendo el protagonismo a Wally West.
En el apartado artístico encontramos a Ken Lashley en la primera parte de la serie, dibujante correcto con algunos toques de espectacularidad que ha trabajado a lo largo de los años para las dos grandes en series como Doc Samson, Excalibur, Cyborg o Superman. A pesar de ser el dibujante regular ya necesitó de la ayuda de fill-ins para terminar el primer arco argumental, realizados por Ron Adrian. El número 10 sería realizado por Paco Díaz, demostrando su buen hacer y la versatilidad de su estilo. Para cerrar la colección se recurrió al eficaz, cumplidor, aparente, y rápido, sobre todo rápido, Tony Daniel, ofreciendo tres números finales muy dignos para una colección olvidable y que se cerraba de forma apresurada y trágica. Las consecuencias de ese número 13 han podido ser vistas en el macro crossover Countdown y más recientemente han originado el spin-off de Crisis Final: La venganza de los Villanos, pero para eso aún falta mucho tiempo y no quiero destriparles nada.
Queda, lamentablemente, la pérdida de un personaje que pudo haber dado mucho más juego pero que ha sufrido en sus ficticias carnes la soberbia del editor de turno que intentó pegar el pelotazo editorial con un cambio de rumbo desastroso y lamentable en su planteamiento original y cuya única solución era hacer una especia de borrón y cuenta nueva, y donde dije Bart Allen vuelvo a decir Wally West, y si te has muerto ya te resucitarán dentro de cinco años, cuando nadie se acuerde de esta metedura de pata. Quedan un puñado de buenas historias con el personaje de la mano de Mark Waid, Todd De Zago, Peter David, Brian Augustin o Geoff Johns, que son el auténtico legado de este personaje divertido, alocado y entrañable. ¡¡¡Goodspeed, Bart Allen!!!
Queda, lamentablemente, la pérdida de un personaje que pudo haber dado mucho más juego pero que ha sufrido en sus ficticias carnes la soberbia del editor de turno que intentó pegar el pelotazo editorial con un cambio de rumbo desastroso y lamentable en su planteamiento original y cuya única solución era hacer una especia de borrón y cuenta nueva, y donde dije Bart Allen vuelvo a decir Wally West, y si te has muerto ya te resucitarán dentro de cinco años, cuando nadie se acuerde de esta metedura de pata. Quedan un puñado de buenas historias con el personaje de la mano de Mark Waid, Todd De Zago, Peter David, Brian Augustin o Geoff Johns, que son el auténtico legado de este personaje divertido, alocado y entrañable. ¡¡¡Goodspeed, Bart Allen!!!
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